Cuando se divorcia una hija. Reflexiones del dolor de una madre.

Colaboración Lic. Elena de la Garza

Tal parece que cuando un hijo se divorcia, el duelo es solo suyo, pero esto no es así.

Al divorciarse mi hija sentí que el mundo se me venía encima.

Estaba realmente abrumada y un montón de ideas y sentimientos confundían mi ser.

El desamparo, la debilidad, el sufrimiento, angustia, rencor, incapacidad, desesperanza, caos, humillación, carencia, costumbre, prejuicios, sorpresa, enojo, fracaso, miedo a lo desconocido, pérdida de sueños, pérdida del amado, del proyecto de vida, de familia, desprestigio, culpa, pero sobre todo impotencia.

Me di cuenta que cuando el amor se derrumba y la vida en común desaparece, se pierde un sueño o ideal preestablecido y el miedo a dar una imagen equivocada, el temor a los comentarios, al ridículo, a las sonrisitas, a los consejos, a la vanidad, (esto a mí y a mi familia nunca nos va a pasar) al ya lo venía venir, la vulnerabilidad es entonces, lo único que está a flor de piel.

Este tema vivido en primera persona me hizo reflexionar acerca de lo que significa el matrimonio, el divorcio, el duelo y el apego.

El amor es deseo de reciprocidad.

Tuve que hacerme un montón de preguntas y contestarme de la manera más honesta posible:

  • ¿ que sentí ?
  • ¿ cómo lo manejo ?
  • ¿ qué hago ?
  • ¿ cómo ayudo ?

Veo en retrospectiva como este evento movió dentro de mí el deseo profundo de ser una buena madre, y como el remordimiento del fracaso del matrimonio de mi hija no me permitía ser objetiva.

Me recriminaba una y otra vez, ¿qué hice yo mal?

Dentro de cada una de las situaciones extremas se mueven muchos sentimientos, porque debemos convertirnos en apoyo para la familia, la hija, los hermanos, nietos, esposo, amigos, y al mismo tiempo necesitamos recibir apoyo para poder ayudar.

Tenemos que ser muy listas para manejar la ternura con inteligencia, sin invadir los recursos del otro, para no convertirnos en estorbo,

El divorcio es un evento de orden afectivo, social, que incide en nuestros roles personales, familiares, sociales y morales. Es un terremoto que modifica lo que hasta ese momento decíamos que haríamos.

Es un momento de confusión total.

Lo primero que hice fue renunciar. ¿A qué?

A lo establecido. Descubrí que el cambio iba a ser la norma en los siguientes meses…

¿ La norma ? Ah….

Asunto complicado, especialmente para personas como yo, que deseamos planificar hasta el corte de uñas.

Además tuve que preguntarme:

¿Es esto una afrenta personal?

¿Cómo se ve mi ego lastimado?

¿Cómo me recupero yo, cuando tengo que apoyar?

Entendí claramente que aunque yo era personaje de apoyo-secundario este evento marca y marcó a todos en la familia, nos transformó y nos cambió, en algunas cosas para mejorar, en otras nos volvió más vulnerables.

Y seguí preguntándome:

¿Cómo manejo lo que ya no existe?

¿Cómo ayudo a vivir el cambio, si yo misma estoy en shock ?

¿Cuál es mi reto mayor?

¿Cómo asimilo mi pérdida y la de ella?

¿Qué hago con el amor que yo le tenía?

¿Porque esta pérdida es tan significativa para mí?

Veía como día a día, la culpa, la traición, la soledad, la tristeza y la ira llenaban mi vida y la de todos en mi hogar.

No sé qué era lo que me asustaba más.

Así que tuve que echarme un clavado dentro de mí y esclarecer:

¿ cuáles son mis necesidades ?

¿ cuáles son las necesidades de mi hija ?

¿ cuáles las de mis hijos ?

¿ cuáles las de mi marido ?

El dolor de una madre por la pérdida de un sueño de su hijo.

El dolor por la pérdida de un sueño tan deseado, hizo que aprendiera a apoyar y apoyarme en alguien más, ya que las madres somos el pilar y todos acuden a uno como si fuéramos indestructibles.

Regrese yo misma a terapia, para poder recordar y usar mis propios recursos para este reto nuevo que la vida nos presentó y que no esperaba vivir nunca.

Mi dolor tuvo que quedar de lado para poder tomar el dolor del otro y la multiplicidad de sentimientos encontrados que comenzaron a aparecer.

Y lo mas grave, darme cuenta que por mas estudios que se tengan, por mas conocimiento académico, ante la experiencia en carne propia, el conocimiento teórico no sirve para mucho. 

Comencé a ser flexible para aceptar las interrogantes y los famosos que tal si… y si hubiera, y si no hubiera, y si en vez de eso…

Esa cantidad de frases que no son más que tiempo perdido, pues las cosas son… como son hoy.

Tuve que enfrentar frustraciones, vacíos, dolores y recuerdos.

¿Cómo salimos?

Salimos adelante gracias a la lealtad que se construyó, a la capacidad de adaptación y flexibilidad que se desarrolló como individuos y familia.

No podemos decir que está superado este episodio completamente, porque no lo sé a ciencia cierta,  y no sabemos que nuevos retos traerá la vida.

El ciclo que estábamos atravesando nos ayuda a mejorar las relaciones familiares.

Recurrimos a todos los recursos: aprendimos como familia a escuchar, a estar más al pendiente, a tratar de hacer las cosas de diferente manera, a tener paciencia, a expresar sentimientos, y a expresarlos mejor.

El apego se desarrolla ahora de una manera más sana. Descubrimos como podíamos apoyarnos y quienes realmente, fuera del círculo familiar, estaban con nosotros incondicionalmente y sin juzgar.

Fuimos capaces de reorganizarnos, de ser resilentes y salir fortalecidos de esta experiencia, 

¿Qué recomendación hay a toro pasado?

Cambiar la actitud, escuchar, conocer a profundidad a la persona, observar su lenguaje, su personalidad, que comunica, como lo comunica, dejarla hablar, que sueña ahora, cuales son ahora sus metas e ilusiones, aprender de su lenguaje para de sus misma experiencias, contexto y personalidad ayudarle a reconstruir su vida, buscar la mator cantidad de información y ayuda posible, y armarse de toda la paciencia posible, para poder con la bronca.

A dar tiempo

¿Para qué?

  • para enfrentar y manejar el cambio
  • para reencontrarse
  • para reconsiderar valores y necesidades
  • para ser familia nuevamente pero de otra manera
  • para desempolvar y modificar actitudes
  • para poder preguntarme, que aprendí de mi misma de esto
  • para reorganizar lo que aprendí de mi forma de ser, de mi forma de relacionarme
  • para aprender a solucionar los retos que propone ahora la vida, a mí, a mis hijos, a mi familia con nuevas herramientas

¿Qué dice esto de mi forma de amar?

Que me falta por aprender, para vivir la pérdida del amor traicionado, del abuso, el rencor, el deseo de venganza, el secreto por lo que sucedía y no vi.

La vergüenza que siento por no haber visto antes situaciones desagradables, que con el paso de los años toman perspectiva y sentido, y te vas dando cuenta de los cambios que fueron sutiles y hoy si marcan una diferencia…

Creo que la fórmula del éxito fue el amor incondicional, el  te acepto con lo que estás viviendo, te tomo temporalmente, te abrazo, te ayudo a repararte y te dejo ir a volar nuevamente.

Sin aconsejar, sin sobreproteger…. solo estar ahí.

Creo que al hacer un recuento de los daños veo que en mi familia hay:

  • Mayor amor propio
  • Confianza
  • Serenidad
  • Respeto
  • Gratitud
  • Reconocimiento
  • Libertad
  • Independencia

Este evento nos cambió, nos cocinó el fuego y renacimos …tal cual lo hace el ave fénix, más fuertes, más sabios, más amables y más unidos.

Elena de la Garza es una mujer, esposa, madre, profesionista y estudiante … En continua construcción y mejora. Te invitamos a compartir este artículo y dejarle un comentario a Elena. Si tienes alguna pregunta puedes escribirnos a [email protected] .

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